Mi padre en el centro agachado |
Guardaba las botas como mi tesoro
más preciado. En mi casa, las limpiaba, después de haberlas untado con un poco
de grasa, no sé ahora, si animal o vegetal. El caso que las cuidaba mucho, pero
no tanto como Adrián que era el colmo de la pulcritud. Cuando jugábamos algún
partido, cada vez que le daba al balón se agachaba, y con la mano un poco
humedecida por la saliva, se limpiaba la puntera de la bota. Nos reíamos
bastante, pero a él le daba igual, presumía de tener las botas más limpia de
todo El Rosario.
Se me olvidaba mencionar la
piscina que había junto al campito de fútbol. Los curas no nos dejaban bañarnos
en ella, porque cuando no estábamos nosotros, ellos se bañaban. Así es que
nunca vimos a ningún cura en bañador, aquello debía ser hasta pecado, no sé
bien si para ellos o para nosotros. Desde luego que nos bañábamos en la piscina. Procurábamos hacerlo después del
entrenamiento que hacíamos a las ocho de la mañana. Una hora después, o sea
sobre las nueve, nos zambullíamos en la piscina, porque a esas horas toda la
congregación estaba en misa. Tenía que ser remojón rápido, ya que nos podía pillar
“Fabi”, un peón que tenían contratado los curas para cuidar la huerta. “Fabi”,
un diminutivo de Fabián, era un tipo bueno, pues sus riñas no pasaban de eso,
de una pequeña regañina, como diciendo “Vamos, rápido que os cogen los curas”
Yo creo que para justificarse ante sus superiores. A mí me parecía que tenía una gran bondad. También cuidaba de que no nos comiéramos, en su
temporada, los higos y los peros. Aunque la inventiva en aquellos años era
mucha. Fito, que era un poco mayor que nosotros, vamos que estaba en la
categoría de cordimariano, chutaba a la portería con bastante fuerza, tanta,
que el balón sobrepasaba una valla metálica, confeccionada para reservar los
frutos, pero ineficaz para salvar el “chupinazo” de Fito, que “vareaba” los perales. Allí
entrábamos en escena nosotros, los “semi”, que íbamos a por el balón y los
peros que habían caído al suelo. Los comíamos en el mismo terreno de juego,
para no quedar huellas del “delito”. (continuará en la parte VII)
No hay comentarios:
Publicar un comentario